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★
El dueño del local fue muy mal educado con nosotros. Tuvo una actitud realmente ofensiva. Fue sorprendente verlo acercarse a la mesa que previamente nos habían ofrecido e indicado para sentarnos, en una esquina y muy prudentes porque llevamos una perrita, un cachorro de cinco meses. Nos dijo la camarera que no sentaramos, tras consultarlo con el dueño. Y luego vino él, dando voces y con aspavientos a echarnos, cuando ni siquiera habíamos terminado de sentarnos, aunque la perrita ya estaba bajo la mesa, como se nos indicó, y según nuestra costumbre. Fue apabullante. La higiene y la presentación del dueño, con una camisa por fuera totalmente llena de lamparones, tal vez merece otro comentario...