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Estuvimos un domingo a mediodía, por la recomendación de un amigo de Barcelona, ya que no conocíamos la zona, pues fuimos a visitar la Masía Bach que se encuentra a pocos kilómetros. No es un restaurante de lujo, pero es suficientemente acogedor y espacioso, y el personal, muy amable, simpático y paciente. En este sentido he de decir que éramos una mesa de 30 personas a comer y sufrimos pequeños retrasos en algunos momentos, pero totalmente comprensibles por el volumen de trabajo ocasionado. Estuvimos en la terraza trasera, muy amplia, pero pese a estar cubierta por una redecilla, hacía muchísimo calor (31 de agosto). Posiblemente, en otras épocas del año más amables, sea una terraza estupen...