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Hemos ido un domingo, y tardamos más de una hora en poder empezar a comer. Sólo había un camarero para 10 mesas (al menos las de fuera, no sé si dentro había más), por lo que no podía atenderlas bien, el pobre estaba corriendo todo el rato. Había varios platos de la carta que no tenían, y entre los platos pedí las croquetas que eran trío de pringá, setas y jamón, y sólo vinieron de jamón. Es la tercera vez que tenga esta experiencia aquí, quería dar otra oportunidad después de varios años pero he salido con la misma sensación.