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Ha sido una recomendación muy acertada. El lugar es un barín de pueblo (un chigre) típico de Asturias. Un lugar sin lujos, con pocas mesas y una cocina casera, con su grasa y su colorido. El lugar no tiene letrero. Ojo con las raciones que son muy abundantes, aunque nos lo advierten al tomar nota. Tienen medias raciones y se agradece. Buen servicio, comimos los 4 a la carta y salimos a 25 € escasos por cabeza. Para empezar tomamos de entrantes pastel de cabracho y mejillones a la marinera. Seguimos con una ensalada asturiana y como platos principales callos, cabrito y fritos de bacalao. Todo estaba muy bueno, pero el cabrito estaba espectacular. Muchos postres caseros, y en concreto, el arro...