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Sabía perfectamente dónde me metía, pues la fachada del local no deja lugar a engaños. Aún así me apetecía castigarme gastronómicamente… El local por dentro es grande pero cutre y anticuado. Fui a cenar y no había demasiada clientela, aunque bien es cierto que era un miércoles noche. Pedí un rollito de primavera y pato pekin. El rollito, en tamaño era el más grande que he comido nunca. Estaba aceitoso y echándole la salsa agridulce, tampoco tenía demasiado sabor. Insulso. Respecto al pato, lo bueno es que las tortitas son grandes y parecen de elaboración propia, al menos por la textura. Otro punto a favor es que por 12.5€ que vale, te hace los rollos el mismo camarero. Por lo demás, pato ind...