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El único atractivo de este restaurante es la calma y la perfecta vista a las piscinas naturales. Impecables cuando el mar los sumerge o retrocede. 20 mejillones españoles por 16 euros, nada buenos, pequeños en su enorme concha, sin aliño ni acompañamiento (hoy no se pueden hacer marinières), es una estafa. Las porciones son pequeñas. Las pizzas son normales. Ve a ver el restaurante de al lado, que está bien valorado y tiene prácticamente la misma vista.