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A escasos quince metros del Castillo de San Andrés, casi a la entrada a la playa de Las Teresitas y bajo la sombra de unos magníficos laureles de indias se encuentra este restaurante que recomiendo en todos los aspectos. Una carta variada, abundante y de esmerada preparación se combina además con el atractivo de la tranquilidad y el sosiego que se respira y el trato amable, cercano, educado y cariñoso de la simpática chica que atiende las mesas. Un lugar para visitar y repetir. En caso de ser fin de semana conviene reservar con antelación y tener paciencia si se va sin reserva anticipada. No dejen de probar los huevos rotos , la espectacular ensaladilla y el almogrote con batata. Lugar que r...