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Paraje inesperado con un manantial propio que define la finca: vegetación frondosa y agua que corre sin parar por todo el patio. Se definen como carnívoros y la carta lo demuestra: selección de cerdo ibérico, cordero, y sobre todo, ternera. Probamos lomo bajo, al corte y a la piedra, para compartir, tras la recomendación del servicio. Impecable. Guarnición de patatas y pimientos fritos. Previamente, una sugerencia: ensalada rusa con huevo frito y trufa. Combinación muy sabrosa, la patata fina y sedosa. Cebolla fresca y mucha mayonesa. Rebañamos. No quedó sitio para postres, solo el café. Ofrecieron licor, que rechazamos por ir en ruta. Pero no es problema: pensamos repetir como destino, para...