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Un lugar para que un máximo de 40 comensales disfruten plenamente del placer de unos excelentes productos magistralmente elaborados. La magnífica calidad de sus platos está a la altura del agrado y la profesionalidad de las dos personas que nos atendieron y que imagino, son los propietarios. Comimos rabo de toro (especialidad de la casa), surtido de croquetas, solomillo a la parrilla y costilla cocinada a baja temperatura con salsa barbacoa, por supuesto, casera. Todo estaba excelente y tenía una calidad difícil de superar. El postre estuvo a la altura de los platos que comimos. Ha sido un placer disfrutar de este restaurante que recomiendo totalmente.